31.3.08

El humor es algo muy serio



El humor es algo muy serio. Por eso escribir en tono humorístico es tan difícil.
Como dice mi buen amigo Ariel, hay que saber reírse de uno mismo. Olvidar el miedo a lo que uno quiere decir. Y aplicarlo a la vida y por supuesto a todo tipo de escritura. Qué bueno es no sentirse esclavo de nadie. Olvidarnos también de nuestros posibles lectores, precisamente para que sean ellos los que descubran lo que hay en nuestro interior. Abrir la mente y dejar que la risa haga temblar nuestros cimientos.
La risa nos cura del ridículo diario. Es una medicina que debemos tomar. Por eso al encontrar a Fernando Álvarez y Alfredo Pérez cantando “Pero te quiero”, una joyita, no he podido resistirme a ponerlos en este espacio.
Me gustan los chistes, igual que me gustan los relatos cortos. Es muy interesante observar el mecanismo de los chistes para ver el paralelismo que existe con la escritura de un buen cuento. Al escuchar un chiste uno se ve arrastrado por la recreación de la situación por el narrador, por su manera de contar y después cuando llega el final todo cobra sentido. Llega la risa como un torrente. En el cuento, la última vuelta de tuerca, te puede llevar a la sorpresa, a la risa, a la reflexión profunda y si tienes suerte puede descubrirte su secreto; esa historia paralela oculta que vive agazapada entre las letras.
El humor es algo que hay que tomarse muy en serio.

25.3.08

Cobardía




Tuve miedo al mirarte.
Subí las escaleras y entré en tus ojos. Detrás del espejo encontré un laberinto de pasillos. No supe hacia donde ir. Todas las puertas estaban cerradas. Presentía que detrás de cada una de ellas, se escondía un secreto, un rencor , un animal.
No fui capaz de abrir ninguna de tus puertas. Me rendí por cobarde. Salí despacito de tus ojos, sin atreverme a mirar atrás.

13.3.08

Después de las elecciones.


Después de las elecciones.
Mi amigo el marroquí.

Llorar de alegría y de tristeza y una cosa me lleva a la otra, en un ir y venir continuo.

Después de escuchar a Zapatero la noche en que se conoció nuestra victoria, comencé a pensar en mi amigo el marroquí.
Las últimas palabras del presidente fueron para los que tienen menos, los más desfavorecidos y que carecen de las necesidades que hoy consideramos básicas.
Sentí una alegría agridulce, de muy dentro.
Conocí a mi amigo en una tienda china, de esas en las que puedes encontrar de todo.
El hombre cogió un racimo de uvas de plástico. En mi afán por descifrar historias que vienen en clave, lo seguí por la tienda. Cruzamos la mirada durante unos segundos. Sus ojos oscuros me trajeron recuerdos antiguos. Mi madre nació en Marruecos, en ese polvoriento Marruecos español que casi nadie recuerda.
Cogí una chuchería cualquiera y al ir a pagar, Él se puso delante en la cola. Puso encima de la mesa lo que quería comprar. La china lo miró de arriba abajo y le dijo que se levantara la chaqueta, que seguro que llevaba algo más y quería llevárselo sin pagar.
Él le enseñó todo y bajo la chaqueta, sólo llevaba una riñonera y dentro bastante dinero para pagar mucho más de lo que había cogido.
Le defendí como pude ante la china cabreada, se disculpó diciendo que estaba harta de que la robasen.
Él me agradeció mucho que lo hubiera defendido y yo le dije que en el fondo éramos casi paisanos. Hablamos de pueblos del Norte de África, de Melilla, del café, del té, de cosas sencillas que los dos compartíamos.
De esto han pasado por lo menos dos años y nos seguimos saludando cuando nos cruzamos. Somos vecinos. Él vive en una furgoneta en el aparcamiento de enfrente de mi piso. A veces me hago la despistada para que no se de cuenta que lo he visto. Busca cosas en los contenedores de basura, hierros, trastos que luego guarda en su furgoneta, juega al “Tetris” cada día para que le quepan todas las cosas, hasta que saca algo por ellas.
Ayer, lo encontré dando golpes a una chapa metálica que resonaba en el silencio de la noche. Demasiado ruido. Tuve miedo por él. Me dio por pensar que alguien pudiera hacerle daño o que la policía le llamara la atención. A menudo habla sólo, antes no lo hacía, palabras sueltas en árabe que no necesitan traducción. A la hora de dormir, no puedo quitármelo de la cabeza. Todos estamos tan cerca y tan lejos. Siento su frustración y siento la mía propia, mis fracasos, mi impotencia, saltan a mis ojos. Es como quien escucha una música y llora sin saber muy bien por qué, por muchos motivos juntos.
Sé muy bien que podemos hacer tanto por los demás si nos lo proponemos. Lo primero respeto y confianza, lo segundo optimismo que renace de las cenizas de la incomprensión
Y me pregunto: ¿Tiene Zapatero poder suficiente para atacar los problemas de verdad? ¿No se verá atrapado por intereses?
Todavía quiero creer en los demás.
Dentro de la furgoneta de mi amigo el marroquí, se puede ver colgado en el retrovisor un racimo de uvas de plástico. Tal vez sólo quepa decir ahora, “Buenas noches y buena suerte”.

7.3.08

UN LIBRO PARA DISFRUTAR


101 coños de Carlos Maza, Salvador Alario, Iván Humanes e ilustraciones de Vanesa Domingo, es un libro divertido y sugerente, aunque los autores aconsejan dosificarse y aplicarlo en dosis pequeñas, es muy difícil resistirse a su encanto y no leerlo en una sóla noche.
Me gusta mucho la sencillez de los relatos y de las ilustraciones, que como todo buen libro reafirman la complejidad que en realidad encierra. Es un libro que sin demasiadas pretensiones, cumple las expectativas de un lector amante de los microrelatos.
Qué disfruten de su lectura…