19.7.12

MALDITO SOPLÓN




Entré en el jardín, había cruzado por fin el límite entre su mundo y el mío. Crucé la interminable sucesión de laberintos construidos con setos. En una plazoleta encontré la jaula de un pavo real. El viento removió sus plumas creando una diáspora de ellas, arrastradas a lugares desconocidos. El roce con el animal me tranquilizó.
Allí apareció ella, dejándome perplejo. Su pelo estaba cubierto por un tejido finísimo que también tapaba su boca.
Bruscamente, el mismo viento descubrió su cara y quedé horrorizado al ver su espantoso semblante.

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