LA TORRE DE JAMES JOYCE
También conocida como The Martello Tower en Sandycove, fue construída en 1804 por el ejército británico para defenderse de una posible invasión napoleónica.
En 1962 Sylvia Beach, editora del Ulysses la convirtió en el Museo de Joyce y en la actualidad es propiedad del Dublin Tourism Enterprises.
La estancia de Joyce en la Torre
Cuando en 1904 Oliver St. John Gogarty se trasladó a vovir a la torre como primer propietario civil, invitó a Joyce. Por aquel entonces, Joyce contaba con veinte años y se encontraba en los principios de su carrera literaria. En ese año escribió un poema tiltulado The holy Office, en el cual atacaba a todas las figuras literarias de Dublin de la época y en el que se proclamaba alma independiente. James acusaba al mismo Gogarty de engreído y cuando Joyce llegó a la torre se encontró con un recibimiento algo frío.
Unos días más tarde se les unió Samuel Chenevix Trench, un amigo de Gogarty de raíces anglo-irlandesas que insistía en hablar en irlandés, a pesar de su acento marcadamente de Oxford y que indudablemente añadió cierta tensión a la atmósfera.
Durante la sexta noche de la estancia de Joyce, Trench tuvo una pesadilla sobre una pantera negra, lo que lo motivó a levantarse, coger una pistola y disparar varios tiros a la chimenea para luego volverse a dormir. Gogarty cogió la misma pistola y gritó: “Déjamelo a mí” y disparó a las sartenes situadas por encima de donde dormía Joyce. No hizo falta más para que Joyce abandonase la torre. Un mes más tarde, Joyce se fugó a Europa con Nora Bernacle e inició un exilio voluntario.
El Ulysses confirió gran renombre a la torre. La escena inicial del libro tiene lugar en la parte superior de la torre con el personaje Buck Mulligan apareciendo por las escaleras. Se afeita al aire libre y en ese momento aparece Stephen Dedalus de quien se burla por el ridículo largo luto que guarda por su madre.
En el primer capítulo se describe la sala circular donde están desayunando Buck Mulligan (Gogarty), Stephen Dedalus (Joyce) y el inglés Haines (Trench). Esta descripción junto con las memorias que dejó Gogarty, algunos de sus visitantes y otros documentos ofrecen indicios suficientes para saber como era la habitación por aquel entonces.
La Torre está situada en una colina que mira al mar de Irlanda, junto a la piscina natural de Forty Foot muy cerca de la bahía de Dun Laoghaire. Me dirigía a ella mientras todos los demás acompañantes de mi viaje a Irlanda disfrutaban de un baño en estas gélidas aguas. Igual que me acerqué hace un tiempo al Ulysses, casi de puntillas, como una ladrona, como alguien que casualmente se topa con un regalo, entré en la Torre, armada de mi torpe inglés y casi en secreto.
Me gusta tanto disfrutar de la soledad en estas ocasiones…En la exposición me encontré con un ejemplar de la primera edición del Ulysses y de otros libros del autor. Fragmentos de su puño y letra y algunos objetos personales como una guitarra, un chaleco o su último bastón. Me aventuré a subir por una extrechísima escalera de caracol que contribuye al ambiente de misterio. En el segundo piso, una reproducción de la habitación donde comienza el Ulysses. Una mesa con tazas de porcelana del s. XIX, Una tetera y poco más. Arriba donde se termina la escalera me quedé enganchada en el paisaje y aún debe estar disuelta una pequeña parte de mí, allí arriba junto a la mirada de Joyce.
También conocida como The Martello Tower en Sandycove, fue construída en 1804 por el ejército británico para defenderse de una posible invasión napoleónica.
En 1962 Sylvia Beach, editora del Ulysses la convirtió en el Museo de Joyce y en la actualidad es propiedad del Dublin Tourism Enterprises.
La estancia de Joyce en la Torre
Cuando en 1904 Oliver St. John Gogarty se trasladó a vovir a la torre como primer propietario civil, invitó a Joyce. Por aquel entonces, Joyce contaba con veinte años y se encontraba en los principios de su carrera literaria. En ese año escribió un poema tiltulado The holy Office, en el cual atacaba a todas las figuras literarias de Dublin de la época y en el que se proclamaba alma independiente. James acusaba al mismo Gogarty de engreído y cuando Joyce llegó a la torre se encontró con un recibimiento algo frío.
Unos días más tarde se les unió Samuel Chenevix Trench, un amigo de Gogarty de raíces anglo-irlandesas que insistía en hablar en irlandés, a pesar de su acento marcadamente de Oxford y que indudablemente añadió cierta tensión a la atmósfera.
Durante la sexta noche de la estancia de Joyce, Trench tuvo una pesadilla sobre una pantera negra, lo que lo motivó a levantarse, coger una pistola y disparar varios tiros a la chimenea para luego volverse a dormir. Gogarty cogió la misma pistola y gritó: “Déjamelo a mí” y disparó a las sartenes situadas por encima de donde dormía Joyce. No hizo falta más para que Joyce abandonase la torre. Un mes más tarde, Joyce se fugó a Europa con Nora Bernacle e inició un exilio voluntario.
El Ulysses confirió gran renombre a la torre. La escena inicial del libro tiene lugar en la parte superior de la torre con el personaje Buck Mulligan apareciendo por las escaleras. Se afeita al aire libre y en ese momento aparece Stephen Dedalus de quien se burla por el ridículo largo luto que guarda por su madre.
En el primer capítulo se describe la sala circular donde están desayunando Buck Mulligan (Gogarty), Stephen Dedalus (Joyce) y el inglés Haines (Trench). Esta descripción junto con las memorias que dejó Gogarty, algunos de sus visitantes y otros documentos ofrecen indicios suficientes para saber como era la habitación por aquel entonces.
La Torre está situada en una colina que mira al mar de Irlanda, junto a la piscina natural de Forty Foot muy cerca de la bahía de Dun Laoghaire. Me dirigía a ella mientras todos los demás acompañantes de mi viaje a Irlanda disfrutaban de un baño en estas gélidas aguas. Igual que me acerqué hace un tiempo al Ulysses, casi de puntillas, como una ladrona, como alguien que casualmente se topa con un regalo, entré en la Torre, armada de mi torpe inglés y casi en secreto.
Me gusta tanto disfrutar de la soledad en estas ocasiones…En la exposición me encontré con un ejemplar de la primera edición del Ulysses y de otros libros del autor. Fragmentos de su puño y letra y algunos objetos personales como una guitarra, un chaleco o su último bastón. Me aventuré a subir por una extrechísima escalera de caracol que contribuye al ambiente de misterio. En el segundo piso, una reproducción de la habitación donde comienza el Ulysses. Una mesa con tazas de porcelana del s. XIX, Una tetera y poco más. Arriba donde se termina la escalera me quedé enganchada en el paisaje y aún debe estar disuelta una pequeña parte de mí, allí arriba junto a la mirada de Joyce.
2 comentarios:
Has comprobado por tus ojos que la literatura está viva, que más allá de ese gran nombre existió un hombre con cierta nostalgia , o que no podía asumir (igual que el resto de nosotros) que las cosas se desintegraran. Por eso describe ese sitio, por eso nosotros escribimos, para dejar constancia de la gota de agua en el océano.
Bienvenida, MJ. Te extrañé, tengo mucho que contarte, ahora vivo sola
musa
Oh no ¡Joyce!
Hablabas de sueños y pesadillas en la anterior entrada, ¿verdad?
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