El viernes 2 de julio tuvo lugar la pesentación del nuevo libro de Iván Humanes LA EMBOSCADA (Ed. InÉditor) en la Central de Raval.
Fue una reunión agradable llena de literatura a mi entender, sincera. Intervinieron Leonardo Valencia y Rolando Sánchez Mejías y el editor.
Me resultó muy intersante la aportación de esta editorial que simplemente leyó el libro de Iván y que ha confiado en su calidad sin pararse a pensar si era un autor conocido o rodeado de otro tipo de intereses. Parece que todavía los Quijotes literarios siguen existiendo.
La presentación fue divertida llena de “Hipervínculos” imitando muy bien el espíritu del libro. Fue un hecho curioso también que en la sala había por lo menos tres escritores/personajes de la novela, los mismos Leonardo Valencia, Rolando Sánchez Mejías y Antonio Tello.
La charla trancurrió adentrándonos en la extraña filosofía de la literatura, del ajedrez, de la matemática del texto y, como no, de juego, de dejarse llevar entre letras.
Mi lectura
“Me dirigí hacia el bosque. El paseo era agradable, los rayos del sol se colaban entre las hojas y hacían presagiar una tarde de lectura apacible. Pero nada más alejado de la realidad. El camino se fue estrechando y la penumbra me hacía escuchar extraños crujidos. Llegué entonces a una explanada cubierta de hojas secas. El misterio del ambiente me hizo continuar sin rumbo fijo. Caminé hasta el anochecer. Tropecé varias veces con algunas raíces retorcidas de aquellos árboles centenarios. Desconocía el significado de aquel laberinto pero me sentía en la necesidad de adentrarme más y más. Tal vez yo podía sentirme también la próxima victima, con un número en el talón, o el escritor que acecha detrás de un árbol esperando descubrir al asesino para poder culminar el puzzle literario. La proximidad de la muerte se sentía en cada paso y con ella la certeza de la vida que habita a su lado como contraste. Poesía pura en forma de prosa. La poesía siempre se esconde en los bosques y allí muestra su lado más salvaje. Al cerrar el libro, me di cuenta que había caído en la emboscada, en aquella que sólo pueden tenderte los grandes escritores sin ni siquiera proponérselo.”
Fue una reunión agradable llena de literatura a mi entender, sincera. Intervinieron Leonardo Valencia y Rolando Sánchez Mejías y el editor.
Me resultó muy intersante la aportación de esta editorial que simplemente leyó el libro de Iván y que ha confiado en su calidad sin pararse a pensar si era un autor conocido o rodeado de otro tipo de intereses. Parece que todavía los Quijotes literarios siguen existiendo.
La presentación fue divertida llena de “Hipervínculos” imitando muy bien el espíritu del libro. Fue un hecho curioso también que en la sala había por lo menos tres escritores/personajes de la novela, los mismos Leonardo Valencia, Rolando Sánchez Mejías y Antonio Tello.
La charla trancurrió adentrándonos en la extraña filosofía de la literatura, del ajedrez, de la matemática del texto y, como no, de juego, de dejarse llevar entre letras.
Mi lectura
“Me dirigí hacia el bosque. El paseo era agradable, los rayos del sol se colaban entre las hojas y hacían presagiar una tarde de lectura apacible. Pero nada más alejado de la realidad. El camino se fue estrechando y la penumbra me hacía escuchar extraños crujidos. Llegué entonces a una explanada cubierta de hojas secas. El misterio del ambiente me hizo continuar sin rumbo fijo. Caminé hasta el anochecer. Tropecé varias veces con algunas raíces retorcidas de aquellos árboles centenarios. Desconocía el significado de aquel laberinto pero me sentía en la necesidad de adentrarme más y más. Tal vez yo podía sentirme también la próxima victima, con un número en el talón, o el escritor que acecha detrás de un árbol esperando descubrir al asesino para poder culminar el puzzle literario. La proximidad de la muerte se sentía en cada paso y con ella la certeza de la vida que habita a su lado como contraste. Poesía pura en forma de prosa. La poesía siempre se esconde en los bosques y allí muestra su lado más salvaje. Al cerrar el libro, me di cuenta que había caído en la emboscada, en aquella que sólo pueden tenderte los grandes escritores sin ni siquiera proponérselo.”
