2.11.07

REFLEXIONES







Algo que he leído en el blog de mi amigo Eugenio “Dedalus” titulado “Donde todo tiene su sentido” me hizo pensar en algunas ideas que he encontrado en un libro de Enrique Rojas ,“¿Quién eres?” y la influencia que tienen para mí en la escritura.
Mi amigo argumenta que es en su final donde todo cobra sentido ¿Es la muerte para un hombre como el párrafo final de un cuento? ¿Son las últimas palabras de una novela las que hacen que todo lo demás cobre sentido? No sé si literatura y vida están tan conectadas como en un principio parece o tal vez sea esa una relación engañosa. Está claro que hoy en día vivimos, a pesar de todo, de espaldas a la muerte, esclavizados bajo el mito de la eterna juventud. Como muy bien dice Enrique Rojas, catedrático de psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid en su libro, “En la actualidad muchos individuos viven como si la muerte no existiera. Se sitúan de espaldas a ella. En varias culturas anteriores, sin embargo, sucedía lo contrario: la egipcia, la griega, la romana, la occidental desde la Edad Media al Romanticismo…El gran silencio que existe hoy sobre el tema seguramente desaparecerá con el tiempo y, como se trata de un movimiento cíclico, volverá a tener relevancia en una cultura bien trabada”
Puede que al escribir una historia nos olvidemos demasiado a menudo de nuestro objetivo, ese final que lo cierra todo, ¿Cómo prefieres escribir con un final prestablecido o dejándolo surgir?

5 comentarios:

Cándido Mojarro dijo...

La muerte no es el final. Qué bello. Aunque sea mentira.

malditas musas dijo...

Coincido con Cándido, la muerte es parte de la vida, de su ciclo. Es el final de una etapa en la que teníamos cinco sentidos para interpretar esa naturaleza de la que pronto seremos parte.

Me gustan tus reflexiones...
Un abrazo!
Musa

Anónimo dijo...

Gracias, amiga, por tu referencia a mis palabras. Satisface saber que te han movido a la reflexión. A fin de cuentas es lo que pretendemos, entre otros fines, los que escribimos, ¿no?; en palabras de Ariel: "Movilizar el pensamiento". Estoy de acuerdo en que vivimos de espaldas a la muerte, entendiendo por muerte el fin de algo: de una relación, de un sentimiento, de un dolor, de una vida, y también el fin de un dolor, de una enfermedad, de una ausencia. Preferimos sentir que todo es perpétuo y a eso lo llamamos "vivir el presente". Pero todo tiene un principio y un final, esas son las maravillosas reglas del juego, las reglas básicas; sin ellas el juego sería otro que desconocemos, no sé si mejor o peor, pero sí enteramente distinto. A mí me gusta pensar que el fin de algo siempre es un nuevo comienzo, me gusta creer que en la vejez todo cobra otro tinte, el de la revelación, que las incógnitas se desentelan y que por fin sabemos (lo llamo clarividencia, sabiduría, armonía interor). No sé si eso es encontrarle un sentido a la vida o dárselo, creo más bien que es lo segundo. Yo ahora le doy sentido escribiendo, queriendo a los míos, a mis amigos, a mi pareja, a mi hija, dejando que la vida conecte conmigo. Y cuando muera, ya no me preocupará dárselo o encontrárselo, ni preguntarme si comienza o no algo nuevo, porque ya nada tendrá importancia y sólo quedará lo hecho. Mientras tanto, me pregunto y vivo, que son dos verbos que para mí unidos significan ESCRIBIR. Un abrazote, amiga.

Elú dijo...

La muerte tal vez sea el principio, el permanente o el imperecedero; tal vez sea la acompañante que nos pregunte por nuestras vidas, tal vez esta sea la misma sangre que brota desde nuestras heridas. Tal vez la muerte sea el poema, sea la tierra o la reunión de todas las quimeras.
La muerte tal vez sea la verdadera vida, y la vida antigua sólo parte de un cuerpo dormido y olvidado por una ingenua creencia que se disfraza de realidad.
La muerte tal vez seas tú, sean las letras o seamos nosotros mismos hablando de ella, tal vez sea el silencio que no alcanzan las rodajas que esparcimos desde nuestros sentidos; tal vez la muerte sea nuestra verdadera pregunta, tal vez sea esta la misma respuesta de la que intentamos escapar.

Saludos

Antonio Tello dijo...

En efecto, la muerte no es el final, como tampoco lo es el final de un cuento. Siempre nos queda espacio para el misterio, para lo insondable de la vida.
Gracias por pasarte por mi "Cuaderno de notas".