14.2.08

Alicia en la España de las maravillas

(foto flickr)


Primer capítulo: En el agujero


Alicia decidió apagar la televisión. Estaba demasiado asqueada de escuchar por enésima vez las mismas no-noticias. Le vino a la memoria las historias del “Caso” que le contaba su abuela. Decidió entonces dar un paseo. Alicia vive en una inmensa ciudad llena de colmenas muy cerca de Barcelona. Se acercó a las obras de la estación. Allí le llamó la atención un conejillo que hablaba y hablaba metiendo prisa a los obreros. Le dijeron que era la ministra pero ella no hizo mucho caso. Caminaba despistada entre tanto escombro y sin darse cuenta cayó en un interminable socavón. La paredes de aquel pozo estaban llenas de pantallas de LCD que la bombardeaban con anuncios de ojos que no beben coca-cola y que hablan con lenguas que los hacen rabiar; de gente que gana 3000 euros por no hacer nada y de otros a los que un señor vestido de rojo les presta la misma cantidad y pagan 30 veces más por los intereses, eso sí, con todas las facilidades. Alicia pensó que por aquel pozo tan largo llegaría casi a las antípodas, o al centro de la tierra. Estaba contenta por lo que sabía, a pesar de ser alumna de las primeras promociones de la Reforma. Se entretuvo en ensayar algunas frases en inglés, por si caía en un lugar del extranjero aunque no con mucho éxito, debido a su bajo nivel oral. No quiso pensar más, ella siempre seguía la máxima de la improvisación y esta vez no iba ser diferente. Por algo se consideraba una verdadera ciudadana española. Envuelta en sus pensamientos casi no se dio cuenta del aterrizaje, que fue mucho más suave de lo que ella esperaba aunque tuvo que esquivar al conejo que por poco le cae encima. Al levantar la cabeza vio un cartel que ponía: Madrid. Esta vez si que había seguido la línea de alta velocidad, ni el AVE es capaz de hacerlo en tan poco tiempo y tan barato. Unos metros más allá reconoció a Zapatero que estaba dando un mitín improvisado, como no, justo en la puerta del Parlamento, ¡Qué tensión! Había visto tantas cosas raras que llegó a pensar que nada en realidad era imposible, hasta que que se le acercó Rajoy tocándole suavemente el hombro, con una bandejita sobre la que tenía una botella que ponía: Bébeme y una galletita en la que se leía: Cómeme.

3 comentarios:

malditas musas dijo...

Que veta humorística tan buena, *MJ!!!

jajaja muy bueno. Me hiciste reir con lo de la ministra.

Mucha caña! Así me gusta, compañera.

Besote
musa

*MJ marca registrada

drfloyd dijo...

pero Alicia!! qué cabron el gato no?

M. Imbelecio Delatorre dijo...

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