El Hombre inventado
No digas nada. Sueña que eres otro hombre dentro de mi sueño. Deja que dibuje en tu cuerpo todas las palabras que hagan falta, las que no han sido dichas. Así tu piel, cubierta de letras de saliva negra, me contará las mentiras que yo misma he creado. Sueña que eres mi hombre inventado y créetelo que no hay mejor cosa que creer en los sueños.
M. J. Yeste
Y ahora un fragmento de un cuento que me encanta: “La escritura del Dios” de Borges, para que acudan a leerlo entero sin perder más el tiempo.
“Un día o una noche —entre mis días y mis noches, ¿qué diferencia cabe? — soñé que en el piso de la cárcel había un grano de arena. Volví a dormir, indiferente; soñé que despertaba y había dos granos de arena. Volví a dormir; soñé que los granos de arena eran tres. Fueron, así, multiplicándose hasta colmar la cárcel y yo moría bajo ese hemisferio de arena. Comprendí que estaba soñando; con un vasto esfuerzo me desperté. El despertar fue inútil; la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo: “No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar es interminable y morirás antes de haber despertado realmente”.
No digas nada. Sueña que eres otro hombre dentro de mi sueño. Deja que dibuje en tu cuerpo todas las palabras que hagan falta, las que no han sido dichas. Así tu piel, cubierta de letras de saliva negra, me contará las mentiras que yo misma he creado. Sueña que eres mi hombre inventado y créetelo que no hay mejor cosa que creer en los sueños.
M. J. Yeste
Y ahora un fragmento de un cuento que me encanta: “La escritura del Dios” de Borges, para que acudan a leerlo entero sin perder más el tiempo.
“Un día o una noche —entre mis días y mis noches, ¿qué diferencia cabe? — soñé que en el piso de la cárcel había un grano de arena. Volví a dormir, indiferente; soñé que despertaba y había dos granos de arena. Volví a dormir; soñé que los granos de arena eran tres. Fueron, así, multiplicándose hasta colmar la cárcel y yo moría bajo ese hemisferio de arena. Comprendí que estaba soñando; con un vasto esfuerzo me desperté. El despertar fue inútil; la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo: “No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar es interminable y morirás antes de haber despertado realmente”.
3 comentarios:
En este caso, decir que tu entrada es una pesadilla no supone un insulto, sino un elogio.
El peatón angustiado.
Sabras que le voy a leer, suena interesante.
Me alegra gustes de Garcia Marques un gran escritor, yo vivi por algunos lugares que el menciona en 100 años de soledad, ya estube un buen tiempo en tierra adentro Colombia.
Abrazos desde lejos
Me gusta el comienzo poético. Cualquier piel cubierta de letras de saliva negra resulta irresistible...
El soñador soñado de arena... qué maravilla claustrofóbica esa imágen
Abrazos
musa
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