Últimamente he descubierto mi vena deportiva. Nunca me había sentido tan española y tan futbolera como en estas últimas semanas. Siempre había mirado con buenos ojos un partido de vez en cuando, en ocasiones especiales cuando se enfrentan los grandes. Lo achacaba al recuerdo de mi padre que era un aficionado de esos que no son de ningún equipo para no estropear su entendimiento e imparcialidad futbolística. Mi padre era de esos que se mordía las uñas y se agarraba a los brazos del sillón cuando yo, en mis eternos paseos por delante de la tele, sin saber lo que pasaba, le impedía ver como entraba el balón en la portería. Estos días, cuando la sangre no me llegaba al cuello delante de la pantalla y empuñaba una cerveza en la mano, como si estuviera a punto de convertirse en un arma arrojadiza, me pregunto cuánto de sus genes llena mi cuerpo.
Tal vez todo eso no tenga nada que ver. Estos días hemos podido disfrutar de un entusiasmo de todo un país, que nunca se acaba de sentir España. Es parte de la magia española el discutir entre las distintas comunidades, el ser tan diferentes. Yo no sé muy bien de dónde soy, abuelos maternos nacidos en Albacete, los paternos en Jaén, mis padres nacidos en África e inmigrantes en Alemania, y yo como no, nacida en Cataluña, menudo jaleo pero qué más da. Siempre digo que me considero ciudadana del mundo. España es como este equipo que ha ganado la Eurocopa, cada uno de su pueblo pero que todos juntos saben ser uno. Ojalá supiéramos aplicar esta filosofía del toque, del pase a cada uno de los miembros del equipo, a cada una de las comunidades que no por ser diferentes no pueden llegar a trabajar en equipo. Ojalá que el mundo entero pusiera el mismo ímpetu en luchar por las cosas verdaderamente importantes, y lo de ayer me demuestra que podemos… No que podemos ganar un simple trofeo sino que podríamos conseguir todo aquello que de verdad nos propusiéramos. En vez de chupar pelota, pásala, dale la oportunidad al que esté mejor colocado, piensa que no eres tú el único habitante del mundo. Y por imitación, valdría la pena que todos los países supieran también pasarse la pelota entre ellos, supieran confiar los unos en los otros, no solo aprovecharse de los más débiles. Consigamos que lo bueno que tiene el deporte se traspase a los asuntos sociales, a la economía, a la cultura para todos. Dejemos atrás la parte del deporte que no nos gusta, los fichajes millonarios, los despilfarros innecesarios y los negocios sucios. Saquemos a la luz aquello que nos une y que nos hace respetar al contrario como un rival digno.
Tal vez todo eso no tenga nada que ver. Estos días hemos podido disfrutar de un entusiasmo de todo un país, que nunca se acaba de sentir España. Es parte de la magia española el discutir entre las distintas comunidades, el ser tan diferentes. Yo no sé muy bien de dónde soy, abuelos maternos nacidos en Albacete, los paternos en Jaén, mis padres nacidos en África e inmigrantes en Alemania, y yo como no, nacida en Cataluña, menudo jaleo pero qué más da. Siempre digo que me considero ciudadana del mundo. España es como este equipo que ha ganado la Eurocopa, cada uno de su pueblo pero que todos juntos saben ser uno. Ojalá supiéramos aplicar esta filosofía del toque, del pase a cada uno de los miembros del equipo, a cada una de las comunidades que no por ser diferentes no pueden llegar a trabajar en equipo. Ojalá que el mundo entero pusiera el mismo ímpetu en luchar por las cosas verdaderamente importantes, y lo de ayer me demuestra que podemos… No que podemos ganar un simple trofeo sino que podríamos conseguir todo aquello que de verdad nos propusiéramos. En vez de chupar pelota, pásala, dale la oportunidad al que esté mejor colocado, piensa que no eres tú el único habitante del mundo. Y por imitación, valdría la pena que todos los países supieran también pasarse la pelota entre ellos, supieran confiar los unos en los otros, no solo aprovecharse de los más débiles. Consigamos que lo bueno que tiene el deporte se traspase a los asuntos sociales, a la economía, a la cultura para todos. Dejemos atrás la parte del deporte que no nos gusta, los fichajes millonarios, los despilfarros innecesarios y los negocios sucios. Saquemos a la luz aquello que nos une y que nos hace respetar al contrario como un rival digno.
5 comentarios:
A mí sigue sin gustarme, pero ayer vi el partido porque se empeñó mi mujer. La verdad es que también disfruté :)
Me gusta la energía que te ha dejado el fútbol, me gusta tu escritura porque nace desde el deseo.
Besos
musa
...y el fútbol tira más que dos tetas?
bsos. Ah! felicidades por la obra de teatro.
El fútbol sería el deporte perfecto si no se jugara en equipo.
Pero como espectáculo: el más grande.
Ah, y viva España. Que llevo desde los 11 años pegao a la tele sólo viendo fracasos.
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