9.5.08

La destrucción de la destrucción

Yo no sabía que leer a Borges tenía semejantes consecuencias, para bien o para mal, vale la pena saber las cosas . Nunca habría sabido descubrir mi problema sin él. Me había dado cuenta que los argentinos se suelen debatir entre la dualidad, la ambigüedad y están llenos de esa especie de cabezonería propia de los géminis. Pero ahora pienso que tal vez todos ellos leyeron también a Borges. Me miro en el espejo y siento que mi problema está llegando a ser físico, ha traspasado los límites de lo psicológico.
Una sombra, una especie de vaho en el espejo del baño me hizo sospechar que dentro de mí vive un fantasma. Una parte de mí debió morir hace mucho tiempo, puede que antes de nacer. Por eso mi obsesión con la muerte y con saber que objetivo tiene la vida. Como si la dicotomía que me habita me empujara a una eterna contradicción.
Cuando mi madre se quedó embarazada tuvo que estar los nueve meses en reposo. Ya mi fantasma debía amenazar con liquidarme, quería dejar que yo saliera del vientre materno, convertida en simple sangre, y, nunca pudiera aventajarlo en nada.
Mi fantasma continuó su trabajo e iba destruyendo todo a mi alrededor. El hospital donde nací fue derrumbado a los pocos años. El colegio donde estudié lo cerraron, victima de la Reforma. Dejé la profesión para la que estudié. Cerraron la biblioteca de mi barrio a la que yo iba cada día a refugiarme. Mis padres murieron jóvenes y dejé atrás mi pueblo que ya ni siquiera reconozco. Vendí la casa donde pasé mi infancia y no tengo donde volver. ¿Fui yo o mi maldito fantasma? Creo que es para empezar a sospechar. Poco después monté un negocio que cerré a los tres años. Y lo más curioso es que nunca supe porqué me metí en algo que nunca me gustó. Era como si alguien me dictara lo más conveniente para sus intereses. Me saqué el carné de conducir, compré un coche que regalé a los pocos meses y nunca más he vuelto a conducir. A veces tengo la sensación que por el día, yo intento reconstruir todo lo que por la noche destruye mi fantasma. Tal vez la solución sea la destrucción de la destrucción pero eso tal vez fuera darle la razón. Y a eso no estoy dispuesta.

Dedicado a mi amiga Musa, mi argentina peferida.

2 comentarios:

malditas musas dijo...

Uy... Qué emoción, tu dedicatoria.
Este es un texto bien reflexionado sobre ese fantasma que nos habita a todos, aunque en algunos se encuentre oportunamente amordazado.
Es como si los cascarones se fueran rompiendo a tu paso, a tu nacimiento.
Y es que últimamente te veo naciendo mucho :) y me gusta verte así.

Invitá al fantasma a tomar un café, sospecho que hay algo que quiere que sepas antes de dejarte para siempre.

Abrazos y gracias,
musa

mozartus dijo...

va a disculpar señor, su texto me parece algo aburrido. no se puede culpar a las personas por no ser borges o cortazar, es obvio.